LA CONJURA DE LAS CIUDADES CONTRA LA SUCIEDAD PERRUNA
La biotecnología descubrirá a los dueños que no recogan las heces de sus chuchos y convertirá la caca en oro.
El ADN de las heces descubrirá a los infractores.
Las cacas constituyen un fétido paisaje cotidiano para los madrileños;
su desgraciada y pestilente presencia, agravada por el asco de quien las
pisa, indica que la capital es una ciudad sucia, dominada por el
incivismo, como demuestran además la presencia caótica de bolsas de
basura, los manchurrones de vómitos en el suelo y las botellas o los
vasos rotos en plena vía pública. Los Ayuntamientos han hecho poco para
acabar con el espectáculo de nuestra propia desidia. El caso es que muchos Ayuntamientos “han tomado conciencia” del problema
de los excrementos. Madrid ha anunciado multas elevadas para quienes
dejen cacas en la calle —entre 750 y 1.500 euros— y sugiere que los
infractores podrán cambiar las multas por trabajos de limpieza pública, a
razón de cuatro horas por cada 100 euros.
Nuestra opinión es que muchos españoles quieren tener un perro; no son tantos los que están
dispuestos a aceptar el coste en tiempo, atención y dinero que exige un
can. No caen en la cuenta de que una ciudad, un mar de asfalto al fin y
al cabo, no es el lugar más adecuado para un animal; ni entienden que
encerrarlo en un piso deteriora sus condiciones vitales a medio plazo.
Prefieren quedarse con las ventajas y trasladar los inconvenientes a la
vía pública para que los soporten sus conciudadanos.Creemos que si pagan la infracción de esa forma entenderán el inmenso valor de recoger la deposición de sus
mascotas con sencillos y fáciles movimientos en el momento de la
deyección del can.
Hecho por: Inmaculada Ruíz y Laura Segura.
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